Arquitecto de la Universidad Católica de Valparaíso, profesión que ejerció por 20 años, Fernando se metió en el mundo del arte después de un largo recorrido. Su primera exposición fue en 1997 y desde entonces no ha parado. Aunque no le gusta encasillar su trabajo, este ha sido definido como arte abstracto de rasgos expresionistas, con un estudiado colorido y gran carga matérica. “Aprendí observando el trabajo de los albañiles cuando cargaban los muros con el mortero y empezaban a aparecer las huellas de la materia. Para mí ese es siempre un proceso fascinante. En este aspecto la arquitectura está llena de aristas y por eso mi pintura es como un desarreglo poético”, dice.