A los 11 años, Benjamín empezó a participar de clases de arte en el Museo de Arte Contemporáneo, y más tarde tuvo clases con Rodolfo Opazo y Mario Toral. “Supongo que usar las manos fue mi manera de relacionarme con los demás, de contar cuentos”, dice. Estudió en España, Londres y en el Pratt Institute en Nueva York, donde obtuvo el Magíster en Bellas Artes. Su obra se centra en el potencial expresivo de la figura humana, abarcando la pintura, el grabado y la escultura.
Su sello son las cabezas, que ha plasmado en distintas técnicas, desde coloridas pinturas, hasta enormes cabezas en cerámica y esmalte. “La raíz de estas cabezas está relacionada directamente con el trabajo de mis pinturas y toda mi obra plástica. No puedo separar mi preocupación de mostrar al ser humano, al hombre y a la mujer contemporáneos, en su dimensión existencial interior ante la encrucijada de la época en que vivimos. Estas esculturas también están relacionadas con la historia universal de la representación de la cabeza humana. Como la tradición de la escultura africana, china, griega y precolombina”, dice.