Ana nació en Puerto Aysén, pero cuando tenía un año se fue a vivir a Perú, luego a Costa Rica y finalmente a México. En los dos años que estuvo en el DF, tuvo su primera experiencia con la pintura: vivía muy cerca de la casa de Frida Kahlo, algo que sin duda impactó su memoria y la impulsó a dedicarse a la pintura. Se formó en la Escuela de Experimentación de Educación Artística, donde se concentró en la escultura y la pintura.
Su obra, con trazos incisivos, pinceladas fuertes y dramáticas y un colorido muy particular, construye un neo expresionismo muy personal. “Me atrae la indefinición de las cosas; esa ambigüedad o movilidad que se produce a ciertas horas o a ciertas distancias. En mi pintura es equivalente a una mancha, a una veladura o a una gráfica que apunta algo de forma arbitraria”.