La obra artística de Francisca es hipnotizante. El trazo repetitivo y el uso de la textura como expresión, han logrado que se convierta en una de las chilenas más cotizadas en el mercado internacional de la pintura. Hoy, su obra tiene fuerte presencia en Nueva York, lugar donde se formó y vivió por 15 años.
A través de la abstracción construye una trama de signos gráficos que son su conmovedor lenguaje propio. “En mis trabajos no hay posibilidad de corrección. Es meterse en el trabajo. Uno va como bailando, me imagino que a los bailarines les pasa lo mismo, uno no puede estar pensando entre un brochazo y otro. Es un momento que voy trabajando con un ritmo contemplativo y si me detengo a pensar, eso falla”, dice.