Empezó a pintar a los 7 años, copiando imágenes de revistas y enciclopedias de los años 80, como Icarito y Salvat. “Mi trabajo tiene que ver con mi niñez, con el material que tenía en ese momento para trabajar. En mi casa no había libros de arte, nadie sabía nada, pero yo nací con esa necesidad. Así que agarraba los diarios, las cosas que venían adentro, y las dibujaba y pintaba”, cuenta Francisco Uzabeaga. Al ver sus obras se puede entender cómo logra plasmar esas imágenes incluso con sus errores, como los descalces propios de la impresión de los fascículos ochenteros.
Fue así como empezó a desarrollar un lenguaje pictórico propio, que lo acompaña hasta hoy. Ahora los referentes llegan de la cultura pop, como fotogramas de películas que encuentra en Internet, pero siguen manteniendo la misma esencia. Además ha experimentado con algunas pinturas, que deja intencionalmente inacabadas, para reflexionar sobre “la dimensión artificial de la pintura”, como él mismo lo define. “Así se presenta el contraste entre la tela cruda y las texturas logradas mediante el óleo y la técnica hiperrealista”.