Los paisajes retratados por Paulina Urrutia son realmente un espacio de quietud y contemplación. Para ella, el arte es un lenguaje que está ligado a la espiritualidad. Siempre comunicando y representando, para dar testimonio del diálogo entre lo divino y la mirada del artista. “Me valgo del paisaje para decir cosas, para detener el tiempo, no quisiera hacerlo de manera tan literal, así cada uno puede interpretarlo desde su experiencia”, dice.