La obra de Santiago Ascui ha logrado consolidar un lenguaje propio y reconocible, donde el color y la figura humana son protagonistas. Pero no hablamos de una figura humana realista, sino una que se aleja de los referentes pictóricos más académicos, experimentando con las corrientes abastractas y las tendencias geométricas. En sus composiciones, que juegan con el ritmo y la posición, los cuerpos se mezclan entre colores llamativos, generando una atracción inmediata. “Aunque a veces genero escenas de parejas o situaciones de relaciones humanas, siempre las situaciones son ambiguas. Es difícil descifrar los movimientos, nunca se sabe bien qué está pasando. Cuando pongo figuras en relación lo concibo como una situación estética, de dos formas y colores que se juntan, que generan un ritmo. La obra no tiene una narrativa. Lo que aparece, yo creo, es la experiencia sensorial, visual”, explica el artista.