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Hotel Costes, una experiencia parisina inolvidable

Un hotel, tres casas, un restorán. Así se podría describir al hotel Costes, pero en realidad es mucho más… Una experiencia increíble, un hotel encantador y un restorán que no se puede dejar de conocer. Con ustedes, el gran Costes.

Desde que uno entra al Hotel Costes, en el corazón de París y a un paso de la Place Vendôme, todo es una experiencia (y una experiencia cinco estrellas). El hall de acceso es precioso y moderno, tiene un aire clásico y está siempre en movimiento. La música está en cada rincón. La atención, aunque puede ser un poco intimidante al principio, es en realidad perfecta. La iluminación, para qué decir… Aquí está todo pensado y hecho con absoluto cuidado, y por eso me lo repito cada vez que voy. ¡Es inevitable!

Todo partió en 1985, cuando Jean-Louis Costes abrió un café como ningún otro junto a un diseñador que en ese entonces no tenía la fama que ostenta hoy: el mismísimo Philippe Starck. Una gran burbuja translúcida y futurista en el barrio Les Halles se robó todas las miradas, la gente llegó a raudales y el lugar causó sensación. El primer golpe.

El segundo episodio, como el mismo Costes lo define, llegó en 1995 con un cambio de rubro y el nacimiento del Hotel Costes en una mansión privada del siglo XVIII en la rue Saint-Honoré. Con el cuidado que ya lo caracterizaba, Jean-Louis dejó la decoración en manos de un hombre con un ojo único: el interiorista Jacques García.

Con esa mezcla de elegancia y opulencia que es sello en los interiores de García, donde se combinan estilos y se superponen épocas, la teatralidad no tardó en llegar. Aquí la decoración es audaz, con piezas oscuras ambientadas en rojo, con terciopelos y estampados. La mayoría de las piezas de Saint Honoré dan al patio central del restorán (que merece un punto aparte) y permiten ver la arquitectura del hotel.

Y en 2020, el hotel Costes dio inicio a un nuevo episodio, al sumar el antiguo hotel Lotti, en la rue de Castiglione y luego un hotel más reciente en la rue de Mont-Thabor. Esta vez todo el interiorismo estuvo a cargo de Christian Liaigre, reconodido por su estilo más minimalista, que sin duda inyectó nueva vida al Costes. 

Castiglione es realmente un espectáculo. Las piezas son modernas, pero con un aire clásico, y están pensadas para no querer salir. Se duerme como en una nube, sin ruido alguno, y con vista a la Rue Castiglione. Despertar con la luz natural que entra por sus ventanas de cortinas blancas es una experiencia de otro planeta. Y aunque las piezas de Mont-Thabor aún no están listas, ya me imagino cómo será quedarse ahí…

Y si te quedas en el hotel, el desayuno, que sirven hasta las 12, es rico y justo, pero lo mejor son los personajes que habitan el lugar. Y los huevos a la copa, por supuesto, hay que probarlos sí o sí.

El restorán en el patio central está abierto siempre, para los pasajeros y también para los que vienen de afuera, pero hay que reservar. El almuerzo es liviano y rico, pero lo mejor está en la noche. Con un DJ diferente cada día, música y buenos tragos, además de un menú difícil de resistir y mucho ambiente, es realmente un must si visitas París. 

Para recordar esta estadía por mucho tiempo, o para llevarse un poco del Costes a la casa, mi favorita es su vela de aroma clásico, que se puede comprar en el hall central. Es una de mis favoritas.

Atemporal y emblemático de la vida parisina, una vez que vives la experiencia Costes, no hay vuelta atrás.

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