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La casa en París del creador de Zadig & Voltaire es casi una galería de arte

En esta construcción del siglo XVII conviven obras de Picasso, Warhol y Basquiat, además de una selección de muebles elegida con un gusto impecable junto al estudio parisino Festen.

En la Rive Gauche, la orilla sur de París, entre callecitas de adoquines, tiendas antiguas y bistrós muy parisinos, está la casa del creador de la reconocida marca de moda Zadig & Voltaire, Thierry Gillier. En una construcción de fines del siglo XVII, que fue la casa del destacado arquitecto francés Christian Liaigre hasta su muerte en 2020, Gillier armó un lugar como hay pocos: uno donde la historia de la construcción convive con una colección de arte que incluye piezas de algunos de los más notables artistas del siglo XX.

Gillier, que antes vivía con Cecilia Bönström y sus hijos –hoy su ex señora y ex directora creativa de Zadig & Voltaire– en un departamento minimalista, donde el blanco y negro eran protagonistas, hoy dio un giro que poco tiene de impensado: dice que le gusta cambiar constantemente. “Tenía que ser auténtico, pero con algo inesperado”, dice sobre el concepto que tenía en mente al armar este nuevo espacio.

Para que su visión cobrara vida, contrató a Charlotte de Tonnac y Hugo Sauzay, del estudio de arquitectura parisino Festen. “Creo que la casa es como Thierry: ecléctica, con una fuerte personalidad con contrastes y oposición”, dice de Tonnac en un reportaje en el Financial Times.

Y aunque el cambio es parte de la vida de Gillier, hay una constante: el arte. Cuenta que compró su primera obra cuando tenía 20 años. Nada más y nada menos que El Pensador de Jean Michel Basquiat. Y aunque hace un par de años la vendió para “refrescar” su colección –algo que le gusta hacer–, tiene otra obra de Basquiat en su nueva casa.

Con una colección tan impresionante –tiene también obras de grandes como Andy Warhol, a quien conoció cuando estaba en la Universidad, y de Pablo Picasso– había un desafío para el estudio Festen: que el interiorismo no compitiera con las obras. Lo que hicieron fue lijar el parqué original de la casa para aligerar el color y atenuar el pan de oro para que no fuera protagonista. “Queríamos que el arte viviera, realzarlo, así que necesitábamos borrar el espacio, pero no como lo haría una galería”, explican.

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