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La elegante austeridad de Irving Penn

Ha sido reconocido como el fotógrafo que logró elevar la fotografía de moda a la categoría de arte, pero siempre con una sencillez que sorprendía. Sin sets elaborados y con las luces y sombras como aliadas, la fotografía de Irving Penn marcó la historia y se mantiene completamente vigente hasta hoy.
 

Por. Valentina De Aguirre

 
 
 

Pocos saben, pero antes de convertirse en uno de los más grandes fotógrafos del siglo XX, el norteamericano Irving Penn pensó ser pintor. Tras graduarse del Philadelphia Museum School of Industrial Art en 1938, pasó un año en México pintando, pero quedó tan decepcionado con el resultado que destruyó la mayor parte de sus obras. De hecho, sólo retomó la pintura después de su retrospectiva en el MoMA en 1984. 

Por eso, su fama no sucedió gracias a las pinturas y pinceles, sino por ese ojo que supo capturar desde escombros en la calle hasta los más glamorosos e icónicos retratos de celebridades, que lograba tras horas y horas de tenerlos sentados frente a su lente. “Para mí, la foto más emocionante de Penn es el retrato de Miles Davis”, cuenta la fotógrafa Javiera Infante.

 
 

Partió a los 26 años diseñando portadas fotográficas para Vogue y luego empezó a fotografiar sus propias ideas, para convertirse en un fotógrafo de moda inolvidable, uno que, como muchos reconocen, logró convertir la fotografía de moda en una forma de arte y que formó parte del equipo de Vogue por más de 60 años. 

“Irving Penn tiene una forma de trabajar la escala de grises que hace que las fotos aparezcan desde los negros. Lo espectacular de sus fotos es que al usar más los grises oscuros que los blancos, tienen un brillo que las hace bordear el plateado”, explica Infante, experta en fotografía que dicta talleres y seminarios sobre el tema. “Creo que su sello siempre fue su backdrop gris oscuro, que hacía que sus modelos parecieran más teatrales y dramáticos”, continúa.

Otra palabra que se repite al leer sobre el trabajo de Penn –quien murió a los 92 años, en 2009– y que se puede ver claramente en sus fotografías es austeridad. Con un estilo minimalista y usando luz natural, lograba crear ambientes sencillos, sofisticados y sutiles. “Siempre me llamó mucho la atención cuando ponía a sus modelos en esta esquina gris, los apretaba. Lo que se genera es muy interesante porque incomoda al espectador y al modelo. También tiene una manera de trabajar las poses de sus modelos, en que acentúa los ángulos, haciendo que se acerquen a un lugar más cubista y abstracto que sólo un buen gesto”, explica Infante.

 
 

Como lo dijo el propio Penn: “Una buena fotografía es aquella que comunica un hecho, toca el corazón y deja al espectador como una persona diferente por haberla visto. Es, en una palabra, eficaz”. 

Imágenes The Irving Penn Foundation





 
 

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