
Por. Valentina de Aguirre
Como dice Kevin Johansen, qué lindo que es soñar, soñar no cuesta nada… Y si se trata de sueños, uno de los míos es conocer alguno de los tantos hoteles Aman que están repartidos por el mundo.



Pero ¿cuál es la gracia de esta cadena de hoteles? Además de tener los mejores spas del mundo, en los Aman cada detalle cuenta y está todo, pero realmente todo, pensado para lograr ambientes evocadores e inspiradores. De hecho, el año pasado ganaron el primer premio Ferrari Trento al grupo hotelero más admirado, entregado por The Worlds 50 Best. Elegido por 600 expertos, Aman destacó por su capacidad para ofrecer experiencias atemporales y serenas, “diseñadas para que los huéspedes se sientan verdaderamente relajados”. Finalmente, Aman tiene que hacerle honor a su nombre, que en sánscrito significa Paz.
Con más de 35 años de historia –el primer Aman se inauguró en Tailandia en 1988–, esta cadena hoy cuenta con 35 hoteles en 20 países, cada uno con pocas piezas, pero mucho estilo. Además, uno de los elementos que diferencia a los Aman de otros hoteles es el servicio. Según Wikipedia, cada hotel puede tener hasta seis miembros del staff por cada huésped. Sin duda, un servicio de lujo.
Además, han destacado por la preservación cultural que hacen en cada destino. En Camboya, por ejemplo, Aman compró una villa para huéspedes construida a principio de los años 60 por el Rey Sihanouk, pero que estaba completamente en ruinas. Usando como base un antiguo libro turístico con fotos del edificio, lograron reconstruir fielmente lo que se había perdido. Y no es solo en Camboya: 15 de sus hoteles están cerca de lugares protegidos por la UNESCO, y la conservación y el desarrollo de la comunidad local son sus prioridades.



Y aunque todos sus hoteles son increíbles, hay dos que sueño conocer: el de Kioto y el de Utah; diametralmente opuestos en geografía y estilo, pero con ese qué sé yo que esta marca maneja a la perfección. Como dicen en Condé Nast Traveller: “Cruzar el umbral de Aman Kioto es como adentrarse en un cuento de hadas. Imagínese amplios caminos de piedra cubiertos de musgo flanqueados por altísimos árboles, muros de enormes rocas talladas recubiertas de plantas, senderos boscosos que conducen a escaleras parecidas a templos”, cuentan en su review. Y es que con un jardín secreto en medio del hotel, un spa de lujo y dos restoranes, es imposible no enamorarse.


Por otra parte, Amangiri y su satélite, el campamento Sarika, en Utah, se funden con el paisaje virgen de rocas rojizas de más de 900 acres de la meseta del Colorado y reflejan dos aspectos de este antiguo paisaje desértico. Las 34 suites modernistas de Amangiri, el Aman Spa y la piscina, reflejan la tranquilidad de los cañones.



Por ahora, seguiremos soñando con conocer alguno de los Aman y viendo con qué nos sorprenden. Como dijeron al entregar el premio Ferrari Trento: “Aman se ha mantenido en lo más alto durante décadas, en parte gracias a innovaciones y mejoras que la mantienen en sintonía con los deseos cambiantes de su clientela. […] Con su oferta atemporal, muy solicitada en todo el mundo, Aman no da señales de frenar su expansión”.
