Por. Andrea Benkö
La popular silla larga para reposar y relajarse a tomar sol o para leer frente a la piscina tiene una larga historia, chaise longue, su nombre en francés, o lounge chair, tras el paso por Estados Unidos, es un clásico que se ha utilizado desde el antiguo Egipto, el Imperio Romano, en Esparta y Atenas y hasta nuestros días.
Esta silla fue creada para relajarse. Solo imagina a los emperadores romanos recostados o echados mientras comían uvas, tomaban y eran abanicados, o cómo los filósofos griegos dictaban sus clases y leyes reclinados en largas sillas. Quizás Cleopatra esperaba a Marco Antonio en una reposera cuando llegaba de Roma.
A lo largo de los siglos ha ido cambiando de nombre y ha variado en sus diseños, pero si hay algo que se ha mantenido es su uso: es la silla que simboliza el descanso, el lujo, el tiempo de no hacer nada. Dicen también que fue la silla que las damas del apretado corsé de la época victoriana usaban para recostarse o darse un respiro y no desmayarse.
En el lejano oriente, los chinos fueron los primeros en utilizar la reposera en el exterior. Desde ellas admiraban sus jardines, conocidos por mezclar elementos naturales y artificiales, como piedras, agua, puentes y pagodas, para crear una dimensión mágica.
A comienzos del siglo XX y debido a la Revolución Industrial, el ocio y la vida al aire libre tomaron importancia. Se incorporó el derecho a descanso dentro de la jornada laboral, creando las vacaciones, lo que convirtió a la reposera en la reina del verano.
Con el paso de los años, los materiales con que se fabricaban las reposeras fueron cambiando: pasó del tapiz al fierro y a la madera, y más tarde al plástico y a los materiales ultra tecnológicos que existen hoy, resistentes a la intemperie y al sol, de fácil manejo en el ángulo de la reclinación y con cientos de opciones en tipos y colores de cojines para decorar.
Claro está que fueron diseñadas para descansar y relajarse y no para el trabajo o la productividad. Son infaltables frente a la piscina de los hoteles, en la cubierta de los barcos, en la playa sobre la arena y en el pasto frente a los lagos. Hoy existen en infinitos estilos y diseños; incluso pueden ser apilables.
La reposera es la pieza fundamental en tu jardín o terraza en estos meses de verano; el mueble perfecto para ese oasis de descanso que quieres crear dándole el toque de relajo a tu casa.
LA TUMBONA, LA OTRA SILLA DE DESCANSO
Simple, cómoda y fácil, un clásico de siempre que hoy cumple casi doscientos años desde su creación.
Deckchair, su nombre original en inglés, es la típica silla enmarcada en madera, fierro o aluminio, plegable, portátil y con una sola tira de tela o vinilo de respaldo y asiento. Es la silla que hemos visto siempre llevar a los veraneantes que llegan a las playas acompañados de quitasol y paletas. Su característica principal es su practicidad: es fácilmente transportable y apilable.
Las primeras versiones de la tumbona estaban hechas de dos marcos de madera rectangulares con bisagras, con un tercer rectángulo para mantenerlo en posición vertical. Uno de estos marcos de madera tenía una lona de lienzo como asiento. En un principio se fabricaron con tela de hamaca, algunas se hicieron en mimbre y luego se elaboraron con telas de colores a rayas.
En la década de 1860 comenzaron a utilizarse en las cubiertas de los transatlánticos. No está claro dónde comenzaron a fabricarse por primera vez, si fue en Estados Unidos o Gran Bretaña. Los registros fotográficos de la época muestran a las señoras vestidas con grandes trajes y sombreros sentadas en estas nuevas sillas de descanso en el barco Carpathia, que navegaba entre Liverpool y Boston a principios de 1900.
Los ingleses la llamaban la «silla de playa Brighton» en honor al balneario al sur de Londres y los norteamericanos la llamaban «la silla hamaca Yankee» por un anuncio de su diseño en Estados Unidos.
Lo cierto es que en ambas naciones su uso se popularizó en los transatlánticos, donde era llamada «la silla de cubierta». Así está documentado en los libros de Edith Nesbit, autora inglesa de la década del 1880, fuente de inspiración para los autores de Harry Potter y Las crónicas de Narnia.
Fue tal la popularidad de estas sillas de cubierta que en los transatlánticos se reservaban para algunos pasajeros y en las escasas playas inglesas se arrendaban por hora. En Hyde Park y en los eventos de cricket en Londres, la gente esperaba con ansias para poder arrendar una.
Con los años se difundió por toda Europa y luego en el mundo entero. Quién no recuerda haber tenido una para ir a la playa o haberse sentado en una durante la vacaciones o en el jardín de su casa. Es un básico y un clásico que seguirá vigente siempre.
Los materiales de su manufactura han cambiado, hoy son más livianas y con más diseños, pero su uso sigue siendo el mismo: lograr descansar al sentarse en una silla simple, sencilla, fácil y cómoda.
¿Cuál es tu preferida para este verano?