Por. Valentina De Aguirre
«De un día para otro desperté sabiendo qué quería hacer», cuenta Francisca Benedetti. Durante mucho tiempo trabajó como modelo (todavía lo hace cuando aparece un proyecto interesante), pero hace casi 15 años su labor se volcó al arte. Aunque siempre había dibujado y era muy manual, la inspiración y las ganas de dedicarse a esto de manera más formal llegaron de repente. «Compré tela negra, hilos, y me puse a bordar una serie de composiciones geométricas. Junté varios trabajos por más de un año e hice mi primera exposición. Eso me dio la seguridad para seguir trabajando», dice.
Fractales, como bautizó a esa primera exposición en un edificio en Providencia, fue el puntapié para una producción artística que sigue sorprendiendo. En torno al dibujo, el bordado y la acuarela, ha ido desarrollando mundos de minuciosa geometría, movidos por la espiritualidad y la contemplación.
«El motor, lo que me mueve, es algo más íntimo, relacionado con la espiritualidad, la meditación, la contemplación, el silencio y el tiempo»
¿Cómo es hoy tu proceso? Dicen que eres súper meticulosa, ¿tienes una rutina muy definida?
Comparto espacio de trabajo con mi marido. Él es arquitecto y tiene la oficina en el primer piso y en el segundo piso esta mi estudio. Estar encima de una oficina me ayuda a concentrarme porque se siente el ambiente de trabajo. Es cierto que mi trabajo es meticuloso, pero yo no soy para nada meticulosa. No tengo horario ni rutina, pueden pasar semanas (incluso meses) en que no puedo trabajar. Todo me sale mal y me desmotivo. Y de repente vuelven las ganas y la inspiración.
¿Qué cosas te inspiran?
Por un lado esta la naturaleza: el cielo, el horizonte, el mar, la luz. Y diría que el motor, lo que me mueve, es algo más íntimo, relacionado con la espiritualidad, la meditación, la contemplación, el silencio y el tiempo. Es una mezcla de las dos cosas.
¿Cómo has vivido la pandemia? Creando encerrada y con una hija chica…
La pandemia estuvo bien el año pasado. Tengo la suerte de trabajar al lado de mi casa, pero «salgo a trabajar». Estuve muy concentrada, pude producir bastante y estaba con energía y buen ánimo. Este año, en cambio, se me ha hecho más difícil. Esto ha sido muy largo, muy triste para los niños y los ancianos. La situación general es bien desesperanzadora. Que mi hija no pueda socializar con otros niños… Entró este año a prekinder y duró una semana. Trato que sus días en la casa sean entretenidos y distintos uno del otro, pero cuesta. No ha sido nada fácil. Es muy duro para todo el mundo. Personalmente me afecta, me imagino que como a todas las personas.
Sin embargo, a mí esto de estar encerrados tiene algo que me gusta. Se siente la ciudad silenciosa y estoy obligada a no salir. Odio manejar, el ruido y el estrés de la ciudad.
¿El contexto actual ha determinado en algo tu creación?
Diría que inconscientemente sí. Hay una búsqueda de libertad, de romper patrones, de dejar la geometría tan rígida.
¿Cómo ha sido la evolución de tu obra en estos años?
Los colores ya no son tan transparentes. Las formas tal vez han adquirido más movimiento, trabajo con algo más de soltura. Pero son cambios mínimos que probablemente solo percibo yo.
¿En qué estás trabajando ahora?
Estoy haciendo varias cosas en paralelo. Investigando un poco de todo. Leyendo bastante y probando nuevos medios de trabajo. Se me han ido acabando los materiales y eso me ha obligado a improvisar y salen algunas cosas interesantes.
¿Quiénes son tus referentes en el mundo del arte?
Admiro a muchos artistas, como Agnes Martin, Louise Bourgeois, Emma Kunz, Hilma AfKlint, Eva Hesse, Edmund de Waal, Francis Alys, Juan Martínez Macari, Sebastián Espejo, Giorgio Morandi, Pablo Contreras y muchos más.