
Por. Valentina de Aguirre
Probablemente hasta antes de leer este artículo y ver estas fotos, si alguien te proponía poner una cortina de crochet o ganchillo en tu casa la respuesta hubiera sido un no rotundo. O al menos un: ¿por qué? Y es que el crochet es de esas piezas que por mucho tiempo han sido consideradas medio anticuadas, de abuelitas, como un viaje al pasado… Pero hoy, en la era de lo acelerado y el mundo digital, lo hecho a mano vuelve con fuerza, resignificado y celebrado en la decoración contemporánea.


Durante mucho tiempo el crochet estuvo ligado a la idea de antiguo: manteles heredados, pañitos para poner sobre una mesa pequeña, colchas heredadas de generación en generación. Y lo que antes podía parecer nostálgico, hoy se convierte en un gesto de autenticidad y carácter.
El crochet aporta textura, calidez y un aire medio poético e imperfecto que se integra de manera sorprendente en espacios modernos. Una pieza tejida puede filtrar la luz de manera delicada, suaviza las líneas duras de la arquitectura actual y añade un relato personal, algo de cuento, a los ambientes.






La razón de este regreso no es casual. En los últimos años, los oficios y el trabajo artesanal han adquirido un nuevo valor: ya no son vistos como un simple “detalle”, sino como expresiones artísticas y culturales que conectan con la memoria y con el tiempo, ese bien tan escaso. Artistas han llevado el crochet mucho más allá del objeto funcional –como las increíbles instalaciones del artista brasileño Ernesto Neto– explorándolo en puestas en escena monumentales, esculturas y obras textiles que dialogan con la naturaleza y con la arquitectura.


En decoración, el crochet ya no se limita a los textiles de siempre. Hoy se puede ver en cortinas livianas que tamizan la luz, en biombos que separan ambientes con un aire etéreo, en tapices murales que se convierten en protagonistas o en piezas inesperadas que juegan con la escala y el color. Incluso reinterpretado con hilos metálicos, fibras recicladas o tonos vibrantes, demuestra su capacidad infinita de adaptación.



Después de toda esta inspiración, por acá caímos rendidas ante esta técnica llena de historia y artesanía.
Y tú, ¿te sumas al crochet?
