
Por. Valentina de Aguirre

Con más de 20 años dedicado al trabajo con cerámica, Peko Prado (@pekoprado) se ha convertido en un nombre que suena fuerte cuando se habla de cerámica en Chile. Aunque su relación con este oficio llegó casi por casualidad, como él mismo cuenta, ha logrado mantenerse y seguir igual de enamorado que al principio.
Su formación partió en la Escuela de Oficios Artífices del Fuego, donde descubrió la cerámica tras haber dejado la carrera de diseño. Ahí conoció a su maestro Francisco Olivares, con quien trabajó algunos años haciendo clases y aprendiendo de esmaltes y de cómo llevar un taller. Después decidió armar su propio espacio, donde poder explorar, enseñar y también empezar a producir en serie. “Luego partí a Japón, donde estuve siete meses trabajando con Ryota Aoki. Ya de vuelta en Chile seguí con lo mismo, pero con una visión más clara”, cuenta.
Hoy combina la producción de piezas únicas, la docencia y la exploración de nuevas técnicas y materiales. Rocas, arenas y arcillas brutas forman parte de su investigación actual, en la que busca generar efectos inesperados en el horno y avanzar hacia un lenguaje personal cada vez más propio. Conversamos con él sobre sus inicios, su trabajo actual y la escena de la cerámica en Chile.






¿Cómo llegaste al mundo de la cerámica? ¿Recuerdas el primer objeto que creaste?
Llegué a la cerámica por casualidad. Había abandonado la carrera de diseño y, buscando algo que hacer, encontré la Escuela de Oficios Artífices del Fuego, donde hacían cerámica, vidrio y joyería. Sin pensarlo mucho me fui por la cerámica. Ha sido una relación más emocional-sensorial que racional. Mi primera creación fue en el examen de admisión: un cubo intervenido. Creo que ahí empezó todo.
¿En qué momento supiste que este sería tu camino?
Después de veinte años aún siento que es algo que se está dando. Sigo enamorado, me dejo llevar, pero no me cierro a probar nuevos oficios en el futuro. La madera me llama mucho la atención.
¿Cómo ves la escena de la cerámica hoy en Chile?
Percibo que hay más personas desarrollando el oficio con propuestas nuevas, y eso es bueno. Lo malo es que la formación técnica es pobre y se refleja en los trabajos. A mis clases han venido egresados de varias universidades de renombre y no saben nada de técnica; sin esto la cerámica no se sostiene. Siento que los buenos exponentes salen más de otros talleres. Pero en general estoy cada vez más fuera de esos temas y más inmerso en mi trabajo.
¿Sientes que hay una revalorización del trabajo manual y los oficios?
Creo que sí se valora la experiencia de hacer cerámica, pero todavía no tanto el producto en sí, lo que significa hacerlo y el tiempo que lleva aprenderlo. A veces ni siquiera nosotros, los ceramistas, nos valoramos debidamente. Es un tema pendiente.
Además de tu propio trabajo creativo, haces clases. ¿Qué es lo que más te gusta de enseñar este oficio?
Enseñar es un oficio en sí, y es fascinante: se puede conocer al ser humano desde un ángulo particular. La arcilla te evidencia: necesitas centro para poder relacionarte con ella. Por otro lado, enseñar hace que puedas convertirte en tu propio profesor: lo que uno ve en los demás puede verlo en sí mismo también, crear una narrativa interna para poder analizarse y observarse.
¿Qué cosas te inspiran?
Nada en particular. Tener buenas relaciones conmigo y con los demás y hacer lo correcto es suficiente. Bueno, también me inspiran las rocas.
¿En qué estás trabajando actualmente?
Estoy avanzando en el desarrollo de mi propio lenguaje con nuevas formas de usar materias primas brutas sin procesar: rocas, arcillas, arenas, áridos. Busco maneras poco convencionales de usar el horno para crear efectos que me emocionen y generen más preguntas. En lo más concreto, estoy desarrollando procesos que me permiten construir con esmalte y roca, es algo que ha estado dando vueltas en mi cabeza y que estoy materializando.



¿Qué te gustaría explorar a futuro en tu trabajo?
El trabajo actual siempre ha dictado lo que viene después. Prefiero enfocarme en lo que estoy haciendo ahora y que lo que viene sea sorpresa. Así se mantiene más emocionante.
