Por. Andrea Benkö
La nueva forma de vida que se nos viene será más pausada, más tranquila, más lenta y más consiente en valorar el tiempo del día a día.
Una tendencia que se originó a fines de los años ´90 toma fuerza con la actual pandemia, porque la vida nos cambió, y a todos; las necesidades ya no son ni serán las mismas y la nueva forma de ver y enfrentar la existencia será con otra mirada. Es enfatizar el descanso, la comunicación, alimentación y las relaciones en el equilibrio entre cuerpo, mente y espiritualidad.
El cada vez más acelerado ritmo de trabajo y consumo que estábamos llevando, de repente y forzadamente se nos terminó y nos encontramos obligados, de cierta manera, a tener más tiempo libre y aprender que la vida se puede disfrutar más simplemente. Un modo o una filosofía que ha ido captando cada vez más adherentes con todo el mundo.
Se trata de valorar y de darle el tiempo a momentos cotidianos de la vida normal que antes ni te dabas cuenta o los pasabas por alto. El aprender a escuchar a tu entorno, otorgarle ese espacio que antes, por la rapidez e inmediatez que estábamos sumergidos sumado a la tecnología no era importante. Se trata de una desconexión para lograr una satisfacción.
Una corriente cultural que trata de bajarle el ritmo a la vida en los distintos aspectos que conforman el vivir, es aprender a reconectarnos con nuestra sensibilidad y ese consumismo sin límites que no nos daba espacio a la reflexión, hoy es hacer todo lo contrario, es el momento para detenerse a pensar en qué es lo importante.
Es un estilo que promueve la vida al aire libre, sorprenderse con la naturaleza en tu jardín y que cultives ahí tu propia comida. Es vivir sin prisa, sentarse con tiempo a comer, ojalá acompañado y con sobremesa y que al momento de preparar la comida o limpiar la casa sea más un ritual que una labor.
Palabras que suenan bonitas, pero que según sus seguidores, se deben llevar a cabo y transformar en hábitos de vida y los resultados serán en beneficio de la salud humana. Esto es un giro a lo que hemos estado acostumbrados o más bien es relentizar nuestro andar, porque se nos pide además apagar la televisión y evitar las redes sociales.
Vivir en forma Slow es terminar con la ansiedad, el caos, el ritmo frenético de estar corriendo todo el tiempo que desboca en estar estresado y que claramente es anti natural y te das cuenta que la vida pasa mientras estas ocupado haciendo planes.
Slow living, significa vida lenta y más allá de una tendencia es una filosofía de vida que abarca hoy la Slow Food, la educación Slow, la Slow Fashion, hasta Slow Beauty que asegura que el agua es la fuente de la belleza. Así, entre varias más Slow que engloban el concepto Slow Life. Los beneficios, según sus adeptos en varios países, son muchos y se enfocan en la mejor y mayor salud física y mental, más energía y vitalidad para la relaciones sociales como así en la productividad.
Ejemplos de esa productividad los vemos en la gran cantidad de Start Up o nuevos emprendimientos que se han ido creando en este nuevo tiempo libre, tanto por necesidad o porque se ha desarrollado una creatividad en un espacio de tiempo que antes no teníamos y así poder trabajar en lo que realmente nos gusta y poder ser tu propio jefe.
El Hogar Slow y la Slow Deco
La familia que incorpora la filosofía Slow life busca una mayor calidad de vida porque está basada en la desaceleración del vivir ya que es la búsqueda del disfrutar el momento presente.
Este hogar tiene que ser un espacio equilibrado y armónico para lograr esa desconexión y relajación vital en esta nueva forma de existir. Para esto lo más importante será la distribución del ambiente con la premisa de estar reunidos con cierta individualidad dentro de un gran espacio flexible.
La sensación de paz y equilibrio es priorizar la entrada de luz natural y enfocarse que el lugar de trabajo esté ubicado en una zona luminosa. Para duplicar esta luz, los espejos son una buena idea.
Para implementar este nuevo orden o nueva forma de vida, la decoración es fundamental. Su estilo comparte mucho con el estilo nórdico en sus colores, en la presencia de materiales nobles y un must será decorar con plantas.
La paleta de colores es de neutros y claros, los tierra son los ideales y se pueden combinar con tonos suaves de azules o verdes. La opción en los muebles será la de maderas, piedras, materiales y fibras naturales como linos, yute o algodón en los tapices, evitando todo lo sintético y que no sea sostenible.
La sencillez y la calma reinan en estos espacios porque es una decoración para relajarse y el toque es dejar un rincón para leer y descansar.
Espacios abiertos y multifuncionales, amplias ventanas que dejen entrar la luz y la naturaleza en el diario vivir. La cocina, juega el rol principal porque es el lugar donde compartir, relacionarse y donde podemos practicar el Slow Food.
Si el baño y el dormitorio también son para relajarse, son infaltables una tina, velas, el silencio y muchos cojines que invitan el descanso y comodidad.
Practicar el Slow Life en resumen, nos hace más felices porque implica tiempo para reflexionar, meditar, ser consiente del momento presente; observar las cosas cotidianas, disfrutar del tiempo en la naturaleza y al aire libre; evitar el consumismo innecesario; elegir a los pequeños comerciantes, con productos locales, no procesados y ecológicos; disfrutar del silencio; cocinar nuestra comida; enfocarse en hágalo usted mismo; vivir en orden; y sobre todo conectarse con las relaciones personales con quienes nos rodean, para eso la tecnología sólo se debe usar cuando nos facilite la vida.
Origen del Slow Living
En el año 1986, en Italia, se creó el movimiento Slow food con la idea de un mundo diferente defendiendo las tradiciones en cuanto a la comida, los alimentos naturales de los huertos urbanos y de la vida barroca de pueblo y que con el tiempo fue incluyendo a más áreas de la vida cotidiana.
Para Carlos Petrini, su fundador, después de la segunda guerra mundial hubo una explosión del boom económico y una aceleración de la vida, y su puntapié inicial para crear este movimiento fue la llegada del primer Mc Donald’s a Roma.
Esta filosofía de vida fue creciendo y adhiriendo más elementos para crear una revolución de la lentitud y hoy la vemos incorporada a todos los aspectos de la vida.
Y tú, ¿te sumas a la filosofía Slowliving?